20/2/11

Puro ecologismo

Me han convencido, me voy a poner a arrimar el hombro para ayudar a salvar el ecosistema del planeta. Me voy a volver ecologista.

Ya he empezado. El primer paso que he dado es el de llenar la cocina de cubos de basura. Me he puesto a reciclar, y para ello me he comprado la típica historia con tres cubos y otro cubo de basura a mayores. Separé el vidrio, lo orgánico y los envases ligeros y dedico el cuarto cubo para tirar lo que no sé en dónde va. Pienso que algo va mal, que se me escapa algo, porque sólo lleno el cuarto cubo de basura.

Otra cosa que he hecho es caminar más y dejar el coche en casa. Bueno, igual lo de dejar el coche aparcadito no es tanto por ecologismo, y es más por los sablazos que me meten al poco después de decir la frase de " lleno, por favor". Algo tan simple como esta frase, que tiene más de educación que de acción misma. En ese momento, en cuanto terminas de decir el "favor" de la frase, el encargado del surtidor de la estación de servicio; vamos, el tío de la gasolinera; se le ilumina la cara, se le dibuja una sonrisa diabólica y en sus pupilas aparece el símbolo del euro en color billete de cincuenta euros. Sé que por su mente, en esos momentos, pasa la frase " ¡¡ Te voy a sablar, pequeñooo !!"

Las dos únicas cosas buenas de tener que madrugar más por dejar el coche en casa, de pelearte por subir a un autobus urbano cuando se te pegan las sábanas y vas con el tiempo justo para llegar sólo quince minutos tarde, y demás aventuras y desventuras de no disponer de coche propio; es que la cartera mantiene más o menos una línea, con altibajos, pero en su línea, sin sables que la corten y la dejen ligerita, como pasando hambre a la pobre, que le quitan los pocos billetes que la alimentan, que tampoco es ella de pegarse atracones; si eso, algún que otro billete de veinte de vez en cuando, para darse un capricho. Y como no, la otra cosa buena, es el tipín que se me está quedando de correr para llegar a coger el bus, de pegarme sprints para llegar al curro cuando pierdo el bus, y los paseos, tranquilos paseos de vuelta a casa amenizados por los insultos que siempre le regalo mentalmente a mis jefes.

Ya lo más drástico que he planeado para colaborar con el medioambiente, es la idea que he tenido hace unos momentos: voy a cambiar un elemento consumidor de energía eléctrica, por un consumidor de paciencia. Sí, me he planteado el dejar de usar el radiador de mi habitación, y echarme novia formal, que sea ella la que me ayude a no pasar frío por las noches.

Todavía tengo que estudiarlo con calma y baremarlo bien. Tampoco quiero agobiarme desde el principio con el tema éste de volverme ecologista, mejor ir por partes. Bueno, vale, no tengo mucha paciencia para abastecer a una mujer; consumen mucha y los costes asociados son muy altos. Por cierto, si alguien conece a algún psicólogo hombre, con sesiones a buen precio, que me lo comente para tenerlo en cuenta a la hora de hacer cuentas para ver si me compensa echarme novia o no.

Bueno, y con tanto cambio, también se me ha pasado por la cabeza la idea de hacerme no sólo ecologista y salvar ballenas y árboles, sino también hacerme vegetariano y salvar a todo el reino animal, políticos no incluidos, tampoco hay que cegarse en este tipo de convicciones. Pero bueno, lo dicho, mejor ir por partes, ir poco a poco. Tengo la esperanza de que, a base de transgénicos, se consiga que los brotes de soja tengan sabor a chuletón de buey.

Cuidemos nuestro planeta, todavía no tenemos otro para destrozar, expoliar y matar poco a poco.