20/11/11

Capítulo dos. Mi nueva y tranquila vida (I)

Acabé en un piso en Livorno, pagando a medias alquiler y recibos con dos autóctonos de la Italia profunda.

Marco sigue pensando después de todo este tiempo, que con la música alta no se escucha su somier cuando disfruta de la compañía de sus amadas amantes y sus ligues de una noche. Reencarna todos los estereotipos del macho italiano, machista y ligón. Con su sonrisa pícara y seductora pintada en la cara en cuanto presiente que alguna fémina se acerca a su radio de acción. La verdad es que es una risa casi constante, trabaja en una cafetería en donde la clientela femenina es bastante habitual a cualquier hora.

Lucía es una administrativa feminista y progresista. Las discusiones y broncas entre Marco y ella son una constante del día a día; y por suerte, ella no tiene que compartir baño con el galán como me toca a mi. Tengo la teoría de que tanta discusión y tanta bronca de Lucía a Marco, es sólo una forma de auto-engañarse a sí misma, decirse que no está enamorada de él, que no siente nada por ese orangután italiano; "ese animal debería estar en una pocilga con sus hermanos los cerdos, revolcándose en su propia mierda", esa creo que fue la frase más amable que utilizo la niña de la casa, para referirse al vida alegre de su compañero. Aunque su cara al ver a una nueva chica en el piso saliendo de la habitación de ese orangután, la delatan.

Y el tercero en discordia soy yo, que vivo de unos ahorros que me quedan después de mi bancarrota profesional y de lo poco que gano como ayudante de un fotógrafo bastante tradicional, que hace alarde de seguir utilizando su reflex Minolta Dynax 50si. "La era digital es la cadena a muerte del arte de fotografiar", esta frase acompañada de un gesto altivo, hacen de Antoni todo un clásico fotógrafo de la Toscana.

Nunca le he confesado que antes de llegar a Livorno, fui uno de los más consgrados fotógrafos de la "Era Digital". El mejor día de mi trabajo aquí, fue cuando Antoni me invitó a aprender a fotografiar como un tal "Gabi Déniz" que salía en una vieja revista de fotografía que había llegado a sus manos, aún no sé bien cómo. "Sus fotos digitales tienen el arte de una buena foto analógica, Gabriel. Cuando consigas ese arte con tus fotos, dejaré el negocio en tus manos". Algún día le pediré que me haga un contrato, a ver qué cara se le queda al ver que está contratando a Gabriel Déniz, de momento lo de ganar en negro, me viene mejor.